Las rondas de las ollas vacías
Alimentar a diez millones de personas es una urgencia que las cuidadoras comunitarias de todo el país asumen como una responsabilidad, porque consideran a los cuidados como bien común. En cambio, no lo considera así el gobierno de Milei. Sin nada que poner en la olla, las cocineras del movimiento Barrios de Pie decidieron manifestarse en las Rondas de las ollas vacías.
Por Mariana Iturriza
Fotógrafa: Giuliana Padill
En solo un mes, desde que asumió el gobierno de Milei, hubo una megadevaluación que produjo un 30 por ciento de inflación, en particular con el aumento de los productos de la canasta básica (algunos del 100%, ante la falta de control de precios), de la nafta y del transporte público y otros servicios como el gas y la electricidad.
En los barrios populares la situación es drástica. En pocos días se ha duplicado la cantidad de personas que asisten a los comedores, que ya era muy alta*. Las organizaciones comunitarias no pueden responder a esa demanda. No reciben apoyo alguno del gobierno nacional. Las mismas trabajadoras comunitarias que perciben el Potenciar Trabajo como retribución saben que no habrá aumento, porque el gobierno lo congeló en diciembre.
“Nuestra preocupación es que hemos tocado fondo”, dice Norma Morales, referenta de Barrios de Pie y secretaria adjunta de la UTEP. “Y no nos da lo mismo disminuir los días de funcionamiento de los espacios de cinco días a tres por semana”. Los depósitos de los espacios comunitarios estaban vacíos. Fue entonces que entendieron que, de una forma u otra tenían que visibilizar su reclamo.
“Nosotras venimos con una construcción de hace más de 20 años en el territorio y nuestra identidad, nuestros símbolos, siempre fueron las ollas. Nacimos al calor de la situación compleja que atravesó nuestro país allá en el 2001 y nacimos por las ollas. Bueno, dijimos, utilicemos el mismo símbolo, ¿no? Y ahí salió la Ronda de las ollas vacías frente al ministerio de Capital Humano”, dice Norma, y agrega: “nuevamente somos nosotras con las ollas, en particular las mujeres y el espacio de la diversidad de los barrios populares, las que cuidamos a nuestra comunidad”.
La cuestión era también animarse a salir a la calle, ya que a la difícil situación económica se suma el protocolo “antipiquete” anunciado el 15 de diciembre, que considera un delito la obstrucción de calles por una manifestación o protesta.
Andi Flores es coordinadora de la rama sociocomunitaria del movimiento BdP, que se organiza en las áreas de salud colectiva, cuidado de la primera infancia, ecologismo popular y una experiencia incipiente relacionada con hábitat y urbanismo. “Miedo sí hay, pero lo enfrentamos, básicamente porque no queda otra. Salir y encontrarse con otras y otros actores hace más fácil enfrentarlo. Y usar la creatividad a full.”
Con vistosos delantales de cocina, las trabajadoras realizaron un despliegue de grandes ollas vacías, pero lo hicieron sobre la vereda, sin cortar calles.
“Lo de la ronda recoge un poco la historia de la lucha de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo.También en ese momento estaba prohibido juntarse, manifestarse y ellas decidieron enfrentar ese miedo por el reclamo de la averiguación de sus hijas, hijos, nietas, nietos y se pusieron a hacer una ronda para esquivarle el bulto, aprovecharon el vacío legal con creatividad e inventiva popular”, explica Andi.
Y así se manifestaron frente al ministerio de Capital Humano y, el viernes 5 de enero, frente al hotel Libertador, donde estaba alojado el presidente. “El hambre no se negocia”, dice uno de los carteles que llevaron las cocineras. Y se trata de un reclamo colectivo, porque quienes pasan hambre son los chicos y chicas de su comunidad.
La situación en los barrios populares estalló hace algunas semanas. Norma manifiesta la preocupación y la angustia de las cuidadoras al no poder dar respuesta. “Se ha empezado a notar que esa fila de vecinos que en su momento venían a retirar la comida se ha duplicado. Nos pasa ahora que a las 7 de la mañana cuando abren esos espacios de cuidado comunitario ya están haciendo las filas. Y es una situación difícil, porque cuando se termina la ración, cuando ya raspan la olla, entonces te dicen ´bueno, pero yo estoy anotado; yo estoy ya desde hace mucho´. El tema es también la conflictividad que eso genera. Y la situación angustiante que tienen que atravesar nuestras compañeras, porque son ellas las que tienen que dar la cara y decirles ´hoy no te alcanzó para tu familia´.”
Esta angustia provoca muchas veces que las cuidadoras comunitarias se enfermen. “Siempre planteamos que hay que cuidarlas. y cuidarlas es con acompañamiento con políticas públicas, con programas que dependen, en este caso por supuesto del ministerio de Capital Humano… Pero vemos que no hay respuesta”.
Otro aspecto que preocupa a las cuidadoras es no poder cumplir con los componentes nutritivos y vitamínicos que requiere la alimentación de infancias y personas adultas mayores. Desde el área de Salud Colectiva de la organización, un grupo de compañeras se forman como promotoras de salud en los barrios y realizan un control anual de nutrición en niños y niñas hasta los 18 años. “Veníamos notando, de la pandemia hacia acá, indicadores que mostraban malnutrición, no desnutrición, sino más tendiente a la obesidad”, cuenta Andi. En 2022 este estudio se complementó con una encuesta alimentaria, que mostró que la política de la tarjeta Alimentar producto de la emergencia alimentaria había sido buena, pero no alcanzaba para que una familia pudiera adquirir aquellos productos de la canasta básica con más nutrientes, necesarios para el desarrollo cognitivo y físico de niños y niñas.
Cuando no hay acompañamiento del Estado ya sea nacional, provincial o municipal, las ollas se nutren con donaciones de comercios del barrio y con los fondos que aportan vecinos e integrantes de la organización BdP. Las compañeras se organizan y preparan pan casero, locro, empanadas o sandwiches de milanesa para vender. “El tema es que hoy no se vende todo, y lo que era la ganancia no queda nada. Entonces al otro día, para llenar la olla nuevamente volvemos a meter la mano en nuestro bolsillo”, se lamenta Norma.
Las trabajadoras de Barrios de Pie, junto a muchas otras organizaciones sociales en todo el país alimentan a millones de personas diariamente, porque entienden los cuidados como un bien común y una responsabilidad colectiva. Su acción pone en descubierto la deuda inocultable de la responsabilidad del Estado para garantizar los derechos más elementales de la población. Y lo hacen a pesar de las críticas y estigmatización que los sectores de mayores ingresos dejan caer sobre las organizaciones sociales, y de las amenazas de criminalización por parte del nuevo gobierno. Pero las Rondas de las ollas vacías van a continuar hasta ser escuchadas, motorizadas por mujeres dispuestas a enfrentar la crisis con su acción colectiva y solidaria.
13 de enero de 2023
*El número de 10 millones de raciones diarias surge de un informe realizado por BdP junto con el Observatorio de La Poderosa, y es el resultado de la cantidad de comedores y merenderos registrados en el ReNaCom (Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios de Organizaciones de la Sociedad Civil) más otros relevados por las organizaciones, multiplicado por un promedio de raciones que se dan en estos espacios.